Bailarina, icono y leyenda. Famosa por su representación de Giselle, rediseñó este personaje hasta tal punto que la crítica mundial dijo de ella: “Alicia nació para que Giselle no muriese”. Tras un desprendimiento de retina, Alicia tuvo que elegir entre la vista o la danza. La bailarina tomó la decisión más dura de su vida: eligió bailar. ¿Queréis saber más sobre una de las grandes figuras del baile y su personaje más emblemático? En esta publicación os hablamos sobre Alicia Alonso y Giselle.
Primeros años de Alicia Alonso
Nacida en La Habana (Cuba) en 1920 e hija de padres españoles, Alicia Martínez del Hoyo ya apuntaba maneras desde muy pequeña. Su madre sabía que podía tenerla entretenida poniéndole música clásica en su tocadiscos, ya que mientras sonase algún vals, Alicia estaría moviéndose a su ritmo. Aunque su primer contacto con el baile fue a través de la danza española, fue en el ballet donde encontró su verdadera pasión.
Con tan solo 9 años la pequeña Alicia le ocultaba a su madre cualquier invitación a actividades sociales para poder acudir a sus clases de ballet en su lugar. Aunque los primeros ejercicios suelen ser duros para los más pequeños, ella relata que en su caso el esfuerzo solo la animaba a seguir.
Después de estudiar en la Sociedad Pro-Arte Musical de su ciudad natal, su talento precoz la hizo perseguir su carrera en Nueva York, ciudad donde se casó con tan solo 15 años con el bailarín Fernando Alonso, adoptando así su apellido. Continuó sus estudios en el American Ballet Theater hasta que pudo debutar en las obras Great Lady en 1938, y Stars in your eyes en 1939. Su padre, un estricto militar que no apoyaba su decisión de ser bailarina profesional se enteró de ese hecho a través de la revista Life.
Con 19 años Alicia Alonso ya era solista en el American Ballet, y su carrera iba viento en popa. Sin embargo, en 1942 sufrió un desprendimiento de retina en su ojo derecho durante una actuación, quedándose parcialmente ciega.
Etapa de recuperación
Después de ser operada dos veces, su marido la ayudó a recuperarse en La Habana, donde estuvo confinada en una cama durante meses. En Cuba se operó nuevamente, esta vez del ojo izquierdo, alargando su periodo de convalecencia hasta el año y medio. Durante ese tiempo la bailarina tuvo que mantenerse inmovilizada con dos almohadas de arena alrededor de su cabeza. Debido a ello, comenzó a perder cabello y fuerza muscular. Pese a que no podía seguir bailando, Alonso no abandonó su sueño, ensayando los pasos de baile de memoria y con la ayuda de sus dedos.
Después de su etapa de recuperación, la bailarina tuvo que reunir todas sus fuerzas para recuperar su movilidad física. Al principio no podía ni ponerse de pie, pero gracias a su fuerte carácter no sólo consiguió rehabilitarse, sino que superó todas las expectativas ajenas. Los médicos, sin embargo, le siguieron recomendando que dejase el baile para conservar su vista. “Bailaré aunque me quede ciega”, decía Alonso.
Perder gran parte de tu visión siendo bailarina puede significar el fin de tu carrera. Alonso lo sabía, y es por ello que contó con diversos cómplices para ocultar su ceguera. En 1943 regresa a Nueva York con su visión muy mermada, pero una voluntad de hierro. Decía exactamente dónde deberían colocarse sus compañeros para que su ceguera no le impidiese realizar sus pasos, y hacía uso de una iluminación fuerte de diversos colores en el escenario para mejorar su ubicación en él.
Protagonizando Giselle
La historia de Alicia no estaría completa sin la historia de Giselle. Esta obra romántica fue estrenada por primera vez en 1841 en la Ópera de París y cuenta la vida de una campesina que se enamora, muere tras ser despreciada y luego, convertida en el ser mitológico willy, protege al amado incluso después de la muerte.
Fueron muchas las bailarinas que interpretaron a Giselle a lo largo de los años. En 1943 era Alicia Markova la encargada de darle vida al personaje, pero un día cayó enferma y necesitó ser relevada. Alonso decidió tomar las riendas y realizar ella la sustitución. Para la cubana no sólo significaba una increíble oportunidad en su carrera, sino un inmenso reto. A su ceguera se le sumó las pocas oportunidades de ensayo, solo cinco con el co-protagonista Anton Dolin.
Pese a que Markova había dejado el listón alto, el debut de Alicia Alonso como Giselle fue un éxito. Sus giros vertiginosos en arabesque en la iniciación del segundo acto, y la velocidad y limpieza de sus entrechat quatre la convirtieron en una leyenda de la danza. Su reconocimiento mundial le permitió incluso renovar la coreografía de la obra, mejorando sus aspectos técnicos y actualizando la dramaturgia de la historia.
La trayectoria profesional de Alonso fue larga y llena de éxitos. Durante décadas siguió haciendo giras mundiales en países europeos, en Asia, en el norte y sur de América. Bailó en famosas óperas como la de París, Viena o Praga, abrió una escuela de danza y ayudó a muchos niños a perseguir su mismo sueño en su Habana natal. Murió el 17 de octubre de 2019 a los 98 años.
Esta ha sido la historia de cómo Alicia Alonso se convirtió en una de las bailarinas más reconocidas del mundo pese a enfrentarse a diversas adversidades. ¿Queréis ver alguna de sus actuaciones? Aquí os dejamos un vídeo tomado en el año 1963.